jueves, 9 de septiembre de 2010

Printemps...


Un día, como si fuera por arte de magia, no habían hojas en el pasaje y el arbol parecía extrañamente muy claro... estaba lleno de flores, esas flores chiquitas que tienen los damascos.
Regresar a tocar fué mágico, el mensaje bajo la puerta el día mismo en que pnsé que iba a morir, Victor Hugo entró rápidamente en mi habitación anunciando con festividad un nuevo mensaje (era increible como había sido su amistad... me visitaba muy seguido y nunca dejó de llevarme discos!!). Remitente, el antiguo baterista con el que tocaba antes de la maldición en mis manos.

"Falló el bajista, el viernes tocamos en el teatro Opera para la revista, responde lo antes posible para empezar con el repertorio".

No salí de mi habitación y Victor Hugo parecía incluso más contento que yo... le dije que fueramos al bar a tomarnos una cerveza para celebrar... nos tomamos varias cantando canciones viejas de peliculas en el piano del bar. Cuando llegué a mi casa pasó algo que sabía que tenía que siceder para poder coronar mi velada... Carolina, hermosa y delgada estaba parada en mi puerta, con un vestido a flores inusualmente bonito. La tomé por la cintura sin preguntarle nada, se me subió cruzando sus piernas alrededor de mi amientras la besaba, abrí la puerta... mientraas me desvestía le dije que sacar un disco y lo pusiera... el que fuera...

"I cover the waterftont" y volví a escuchar garabatos y obsenidades entre el techo y yo...

Santiago, principios de la primavera de 1960.