domingo, 24 de octubre de 2010

Sabor a mi.


La primavera se había ordenado de una forma relativamente clara. Las noches volvieron a darme su viento tibio y había vuleto a ver la vida desde los tablones del ecenario. Desde aquellas veces que fuí a ver a este novedoso hombre que cantaba la música mexicana como ninguno empce a aprender un nuevo repertorio que llenó mis tiempos con trabajo... era el uno de los buenos y tocabamos varios siesque no todos los días de la semana.

Cuando me desocupaba tarde (o temprano) pasaba indudablemente a alguno de los bares que frecuentaba, me tomaba la misma cerveza antes del Old Fashion y justo cuando el cigarro estaba por acabarse... ella no aparecia. Aun acostarse en la cama ea un ejercicio tan patético que lo evitaba hasta última hora, siempre con el tocadiscos girando... me levantaba, desyuno, nada. Un día en el que llovió miré por la ventana y mientras sonaba "La gloria eres tu" no pude evitar entistecerme... lluvia primaveral.

El año estaba pasando y todo seguía donde lo había dejado hace ya muchos años atrás... Victor Hugo seguía visitandome y a saliamos seguido ya que yo gozaba de una situcaión un poco m´sa tranquila. Copabamos de jazz y chachacha las noches que ya empezaban a ser tibias, él siempre se iba tomado del brazo, yo en cambio, caminaba solo el eterno trayecto... eran días buenos, pero, era mucho pedir solo un pequeño cambio en esta incomodidad de dormir solo? era mucho pedir prepararle el desayuno a alguien o escuchar a Miles Davis mientras muerdes?...

-Parece que si.

Santiago, finales de octubre de 1960.