miércoles, 29 de diciembre de 2010

Panadería (y la Quinta Normal)...


Camino a marcar mi piel con algo que me acompñaría durante toda mi vida, la liebre que dobló por Matucana pasó por una especial panadería. Ese dia donde la vi por primera vez y cuando pensé que sería la última... cuando compartí solo un par de palabras con ella que habían sido suficientes para recordarla... en esa panadería donde compré una galleta de miel le dije adiós por primera vez en la vida, sin saber que un día vovleríamos a encontrarnos y viviría con ella el tiempo más lindo que pudo alguna vez pasar por mi cuerpo...

Ahora ya esa panadería era solo una lugar sangrado más... uno más de esos lugares por los que cada vez que pase las heridas imborrables arderán como si volvieran a abrirse cual cuchillo las hacía...

Caminé tan triste con el contrabajo en la espalda... hice lo que debía hacer y me retiré... alargué mucho el camino para no tener que vovler a pasar por ese lugar que de seguro me haría caer alguna lagrima más... era tarde en la noche, el encuentro con unos fascistas me dejó otra marca en el cuerpo, pero hay heridas que duelen mucho más que un diente roto o una aguja que tiñó la piel.

Ya era verano, perdí las noches de boleros por nunca aprender a cerrar la boca, las reemplacé por un nuevo encierro y por horas de silencio... un día que vino Victor Hugo ni si quiera le abrí la puerta... no como hace días. Se acerca la celebración de año nuevo... creo que no hay nada que celebrar.

Verano, últimos días de 1960.