sábado, 2 de abril de 2011

Santiago Blues...


Extremadamente poco duró la soledad, Ya verla los días de revista en el teatro Opera no iban a ser gran cosa, el regreso a la música y a mis noches de soledad me llenaron de nuevas fisionomías y de superficialidades exquisitas... Qué había sido de toda mi vida sin saber disfrutarlas?.

Ya caminar de vuelta solo era un agrado, mi espalda pesada y mis manos doliendo... doliendo adoquín por adoquín y la cosa no cambiaba nada, pero que liviandad en mis pensamientos, qué orden pulcro apareció repentinamente así como para quedarse... un mensaje en la puerta.

-Gracias por lo de anoche.

Satie cobro otro sentido, volví a escuchar a Coltrane entre gemidos y asfixias. Más ropa al suelo, más sudor al viento, más olores en mis bronces.

Extraño un par de cosas... pero extrañar ya no vale tanto la pena, mejor me siento al piano, Schumann y mis ideas vuelven a ordenarse.

Como el verano no se quería ir y aún sus calores, colores y formas me hartaban, ya quería nubes y rojo en los arboles de parque; quería mis abrigos y mi botas... Pero también quería que alguien me conociera, quizá otra persona equivocada más, alguién a quién darle más que una noche de sabores, un abrazo rico antes de que se ponga a llover esperando la Matadero-Palma, por el parque Cousiño, y entre vino y vino, permitirme decir todas esas cosas que uno evita.



Abril caluroso, 1961.

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