domingo, 24 de noviembre de 2013

Santiago Blues #7

  Nunca pensó que volvería a andar por la plaza Brasil de esa forma, nunca pensó que el viento en los miradores del cerro Santa Lucía le refrescarían tanto en estas tardes tan y tan calurosas, nunca pensó que un día su aliento volvería a la vida entre un par de botellas de vino y alguna que otra canción vieja. Cuántos sabores, cuántos olores volvieron a su espacio natural apretados por la espalda en un respiro tan profundo como la vida misma... 
Se culpó tres veces por las cosas del pasado y por cómo uno permite que todo se disemine, pero estuvo ahí, absolutamente vivo, innegable y casi palpable como el viento que nos vuela el sombrero en las bancas de la Quinta Normal. Tanto tiempo, tantas cosas, tanto tanto y tomarla por la cintura y sentir una vez más sus manitos huesudas en su nuca... un bolero más en sus días. 

La despedida fue tensa y larga...
-Quiero que esta noche dure para siempre. 
-Yo también. 

 Cuánto dolor escucharla recalcar sus diferencias, cuánto dolor el pensar que todo vivía aún. Pero en verdad jamás pensó en que algo tan sencillo le daría tanta fe, tanta vida, tanta alegría . La saliva es un brebaje mágico, un manjar.

Y así poquito a poquito toma un libro y otro, empieza a renacer y a caminar más rapidito por los adoquines de Franklin, me peino de nuevo y salgo a luchar por mis luchas, llego a la casa, me sirvo un escocés y duermo intranquilo una vez más. 
Afina el bajo y lo predispone a tocar los mismos boleros de antes, a pasear por el horrible calor que el verano le depara día a día, lustra los botines, le envía un telegrama... y queda a la espera de que pase una vez más por el Santiago blues, el mismo lugar que ha albergado sus notas graves y sus penas, sus alegrías y un par de esperancitas durante tanto tiempo. Que pase a escuchar las canciones que antes eran para ella en las noches de bohemia y amaneceres con abrigo y zapatos sucios, a escuchar los eternos blues de saber que aunque se quiera... algo tan grande como el universo no puede negarse. 

Pone la aguja encima del vinilo negro de uno de sus discos, "Escandalo" hasta el alma y se tira en la cama a no pensar en nada. 

Otro verano más... 1963.

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