lunes, 1 de marzo de 2010

Mi más triste consuelo


Las circunstancias y la noche me pesaban mucho sobre la espalda, todo se había conjugado para enviarme a la lanterna una vez más... mirar el cielo estrellado, tan horriblemente despejado me paralizó un instante.

-No hagas nada, ya no estoy aquí...

Recordé inevitablemente todos esos momentos donde las nubes protegieron nuestros sentimientos, cuando a veces le tomaba fuerte por la cintura y la besaba en medio de la calle para después decirle que la amaba, que no dejaría que nada nos separara.

-Lo dejó pue, amigo.

No podía creerlo... el peso de los recuerdos en la espalda, darme vuelta y verla cruzar la calle sin voltear, sin parpadear...

Lo único que me quedaba era pensar que aún me quería, que las circunstancias y las cegueras quisieron arrebatarnos los amores cual trabajador quita el escombro del derrumbe. Pensar en que aún podiamos salvar lo poco y nada que nos quedaba, por eso que en un momento sentimos con tanta fuerza, con tanta madurez, con tanta avidez, con tanta verdad... Ese va a ser mi más triste consuelo... al menos ella está bién...


Boté el cigarro al suelo y caminé , cuando llegué a mi casa ya no podía con el peso del amanecer de trasnochado güisqui barato ... sonó en el tocadiscos la Gymnopedia numero 1... me tendí en mi cama y lloré...

Santiago, verano (fatídico) de 1960.

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