martes, 23 de marzo de 2010

Pena #1


Rosita había sido una masoquista con Bogart (era descendiente de una familia inglesa que se empobreció al llegar a Santiago en los 40), qué importaba lo que él había hecho cuando si ella lo estaba obligando, el solo quería estar con ella, solo la amaba a ella, solo tenía ojos, botas, dinero, regalos, guitarra y azul para ella... qué importaba todo el resto si a esta altura igual quería estar con él?... si seguía persiguiéndolo después incluso de su propia muerte... El señor Bogart solo la amo pero las incertidumbres y ansias masoquistas (en el plano sentimental de pareja) de Rosita eran más fuertes que todo?...

Había dos opciones, irse, olvidar y rehacer todo... reescribir con el codo lo que había sido borrado con la mano después de haber sido escrito con el codo antes. O bien, dejar que el otoño y sus hojas amarillas y café sobre el adoquín de barrio Franklin haga el trabajo sucio del olvido y el desinterés... Rosita después de todo había hecho que El señor Bogart (al que ahora llamaremos simplemente Víctor, por Víctor Hugo que era su nombre) haya sentido después un desinterés horrible, que le calaba los huesos de dolor pero que no podía evitar...

-Si me quieres, que importa el resto, que me importa a mi tu resto?

Es más fácil ser masoquista y volver a volver, volver a querer escuchar mentiras, volver a fabricar satanizaciones innecesarias, volver a matar cosas que ya estaban muertas...

-A mi tampoco me importa el resto, aunque sepa-crea-vea-hayavisto-piense cosas, no las tomo en cuenta ni realmente las creo.

Víctor quería solo estar con ella, el resto fueron las malditas circunstancias, el maldito egoísmo y el maldito y funesto verano...

(En un bar con un contrabajista)

-Estoy seguro que el invierno me traerá algo de felicidad, me limpiará o al menos me mantendrá frió y quieto, que es una necesidad del alma, la quietud.
-Si, definitivamente creo lo mismo, yo ando en las mismas... espero con ansias este nuevo invierno, por ahora, dejemos que las hojas sobre el adoquín hagan su labor.

Víctor era un sentimental pero más frio (o inteligente emocionalmente) que su interlocutor, así que eso hizo... caminó por San Ignacio y el Parque Cousiño viendo como los arboles ya se dejaban secar por la época... tendría tiempo para observar y eso quería hacer... podría haberle regalado algo de su calma su nuevo amigo, pero como eso no se puede hacer (así como forzar o rogar a Rosita) el pobre músico quedó bebiendo otra trago más... camino a su casa, lo asaltaron. Estubo en cama un tiempo (él no tenía concepción de tiempo desde que perdió a Antonella, además no abría las tapas de ventanas por lo que no sabia si era de día o de noche), Carolina lo cuidó lo mejor que pudo... lástima que ella nunca fuera suficiente... era lo mismo que si no estuviese con nadie, escuchó interminablemente discos de boleros y valses; doctos y populares. en realidad pareciera que hubiera muerto... que importaría ahora si nunca más nadie sabía de él?...

Santiago, comienzos de otoño de 1960.

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